Crecen las bajas psiquiátricas y los suicidios en la Guardia Civil: las Asociaciones de Agentes urgen a revisar los protocolos preventivos
En el primer semestre de 2017 se registraron 594 bajas del servicio por problemas psicológicos y, hasta el pasado mes de agosto, se produjeron 14 suicidios entre el personal de la Guardia Civil. El repunte de ambos problemas, muy poco suavizados a pesar de la práctica desaparición del “síndrome del Norte” con la derrota de ETA, pone de relieve la necesidad de revisar los protocolos de prevención y de modernizar y dotar de mayores medios las Unidades especializadas del Benemérito Cuerpo.
Cada mes se producen 120 bajas de Guardias Civiles por problemas psicológicos, conocidas como “bajas psiquiátricas”, en un Cuerpo de seguridad de 77.000 Agentes como es la Guardia Civil. Este es un dato que algunos consideran un parámetro que entra dentro de la media de la población general en España. Pero la media de 1,75 suicidios al mesdobla la general y como la tendencia es a incrementarse, las Asociaciones de Guardias Civiles se han puesto en alerta y exigen a Juan Antonio Zoido, ministro del Interior, una revisión urgente de los mecanismos de prevención así como dotar a los servicios psiquiátricos de la Benemérita de medios que alivien la carga de trabajo de la Unidad especializada de la Guardia Civil, que sólo cuenta con 62 psicólogos para toda la plantilla; es decir, más de 1.600 agentes por cada facultativo.
Según un documento del Gobierno facilitado el pasado mes de septiembre al diputado del Grupo Socialista Miguel Ángel Heredia, Madrid, con 46 bajas, y Las Palmas, con 31, encabezan el “ránking” de Comandancias con mayor número de bajas, sin que haya una relación directa entre éstas y el número de efectivos destinados a ellas. Le siguen Sevilla, con 29 bajas psiquiátricas, Baleares, con 28, Valencia, con 26, Tenerife, con 25, Cádiz, con 22, Murcia, con 21, y Alicante y Asturias, con 20 cada una. Cierran el ‘ránking’, Zamora y Lérida, con sólo una baja cada una, Soria, Segovia, Jaén, Cuenca y La Rioja, con 2, Álava, Tarragona, Teruel y Zaragoza, con 3, Valladolid, Orense, Ceuta, Melilla y Cáceres, con 4, y Albacete, con 5. El resto de Comandancias varía entre 6 y 19 bajas, hasta completar las 594 iniciadas entre el 1 de enero y el 6 de junio pasado. En cuanto a los suicidios, no se proporcionan datos geográficos y los atentados frustrados contra la propia vida se contabilizan entre las bajas psiquiátricas.
El “síndrome del Norte”
La Guardia Civil actuó con presteza en la década de los 80 del pasado siglo, en cuanto los psicólogos definieron como “síndrome del Norte “los casos de estrés postraumático las depresiones y suicidios que sufrían un buen número de Agentes que, generalmente, lo padecían tras abandonar sus destinos en el País Vasco aterrorizado por la banda asesina ETA.
Fue a raíz de un suceso dramático: el 14 de abril de 1985, un Guardia Civil de 25 años, José Antonio, destinado en Barcelona después de haberlo estado en Euskadi durante varios años, disparó a bocajarro contra un inofensivo travestí, Erika por nombre de guerra. Esa noche, el Agente acudió a la Rambla de Cataluña a buscar un travestido, al que subió a su coche y lo llevó al oscuro Pasaje de la Concepción. Allí discutieron: el transexual ofreció sexo oral al Guardia y al serle rechazado, se dispuso a salir del coche. José Antonio se lo impidió y Erika se revolvió con una navaja que llevaba en el bolso; el guardiacivil le descerrajó un tiro mortal dentro del coche. Llevó el cadáver a su casa, lo ató de pies y manos, lo envolvió en una alfombra y lo metió debajo de su cama; de madrugada, lo bajó, ató el fardo al parachoques trasero y trató de desembarazarse del cadáver en las calles de los alrededores de su casa, donde fue descubierto y detenido.
Tan inexplicable conducta llamó la atención de los psiquiatras forenses, que tres meses después lo diagnosticaron como afectado por el síndrome de estrés postraumático, que la repetición de casos en Agentes policiales que habían estado destinados en Euskadi lo definió como una variante específica, el “síndrome del Norte”
El “síndrome del Norte” es un trastorno mental por ansiedad caracterizado por la presencia de ansiedad, preocupación, miedo, tensión o temor excesivos, que provocan un malestar notable y un deterioro clínicamente significativo en la actividad del individuo. Afecta al entorno de convivencia, pues suele ir acompañado de sensaciones de distanciamiento del entorno, restricción de la vida afectiva, incapacidad para mantener experiencias amorosas e ideas de acortamiento de la vida y anulación del futuro. Un cuadro que puede evolucionar a un sentimiento de desesperanza, depresión profunda e incremento del riesgo de suicidio. El individuo afectado por el síndrome tiende a dar involuntariamente respuestas exageradas de sobresalto o hipervigilancia ante lo que percibe como amenazador: el caso de José Antonio cuando disparó contra Erika.
De la presteza a la desidia
Aunque el ministerio del Interior de la época se negó a reconocer tal enfermedad, a pesar que lo hacían diagnósticos médicos y sentencias judiciales, los mandos de la Guardia Civil sí reconocieron la realidad -las tasas de suicidios y bajas psiquiátricas triplicaban las del resto de las Comandancias y superaban el millar al año-, y, entre otras medidas, se dotó de un gabinete psicológico de importancia, al mando de un Comandante, e impartió cursillos de preparación psicológica a los nuevos destinados a las Comandancias del País Vasco.
Pero lo que en su día fue una valerosa e innovadora iniciativa, 30 años después es una estructura anquilosada y obsoleta que, al decir de las organizaciones sindicales de los Agentes de la Guardia Civil, no dispone de protocolos preventivos adecuados a los tiempos ni medios para enfrentar un problema que, aunque sin la virulencia de entonces, tiende a incrementarse: según datos de la Asociación Unificada de Guardias Civiles, los 14 suicidios registrados hasta agosto pasado ya supera los totales de los últimos cinco años: 12 en 2016, 8 en 2015, 12 en 2014, 9 en 2013 y 12 en 2012.
El Plan de Prevención de Conductas Suicidas que la Guardia Civil implantó en 2002 y que se asegura que se renueva anualmente, aunque sí lo hizo al principio, no ofrece actualmente los resultados deseados. Las Asociaciones, que se quejan de la poca transparencia de los mecanismos estadísticos de bajas y suicidios, reclaman una renovación completa que comience por la sustitución de los psicólogos oficiales de la Guardia Civil por facultativos civiles y que profundice en las causas de las disfunciones, pues mientras que los mandos del Cuerpo suelen achacar a “problemas personales” la mayoría de los casos, psicólogos y organismos especializados señalan el estrés laboral y las y relaciones con los mandos por la estructura militarizada de la Guardia Civil como causas principales de las disfunciones psíquicas de los Agentes enfermos.
Jorge Ventura
Fuente: EXTRAConfidencial.com