Sus siglas significan “Desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares”. Es una terapia relativamente joven, muy innovadora y eficaz para el tratamiento de experiencias traumáticas o perturbadoras tales como accidentes, pérdidas, abusos, enfermedades o cualquier situación que haya supuesto una huella profunda en la persona.
Esta orientación terapéutica se fundamenta en el modelo PAI, es decir, se basa en la idea de que nuestro cerebro tiene un sistema de procesamiento innato para integrar, en redes neuronales, todas las experiencias que vivimos. Este procesamiento se lleva a cabo durante el sueño, en la fase REM, momento en el que nuestros ojos tienen un movimiento rápido bilateral, lo cual indica que nuestro cerebro está muy activo intentando integrar toda la información que le ha ido llegando.
Cuando pasamos por un suceso traumático o especialmente duro, el cerebro no es capaz de integrarlo como un aprendizaje normal (eliminando la carga emocional que no es adaptativa) y se queda atascado reproduciéndose, cada cierto tiempo, el malestar vivido con la misma intensidad de entonces, incluso aunque hayan pasado años.
Con EMDR no olvidamos los recuerdos, si no que eliminamos la intensidad de la carga emocional que tienen, convirtiéndolos en recuerdos adaptativos que no perturban en el presente.